La familia puede ser un
gran apoyo, puede ser el pilar sobre el que construir una personalidad sana y
segura, la familia puede elevar tu autoestima hasta niveles insospechados y
puede alumbrar lo mejor que hay en ti,
pero eso no pasa siempre, de hecho, son las familias, los seres mas queridos y mas cercanos, los que
provocan los mayores fracasos, son el foco
de los mayores conflictos y son la maquinaria
perfecta para la creación de traumas.
La familia que no “eliges”,
la que esta ahí cuando naces y que con suerte
se multiplica llenando tu existencia de acompañantes que como tú, inician sus días a tu lado con el
único propósito de competir y
zancadillearte una y otra vez.
Son los hermanos los que
iniciaran una lucha sin tregua por la atención
y el amor paternal, tratando de unificar el foco de atención sobre si mismo, restando en tamaño tu parcela
de cariño y provocando el rechazo.
En la familia existen
multitud de formas de rechazo y de cómo propiciar
que este desemboque. Por regla general si destacas en el núcleo paterno filial, estarás provocando que
tus hermanos se conviertan en enemigos, estos
aprovecharan cualquier tropiezo para
utilizarlo a su favor y desviar la atención paternal, y comenzar una campaña de desprestigio sistemático, que
de cómo resultado tu exclusión y
posterior rechazo.
Una vez se dan las pautas necesarias para que la exclusión sea efectiva, tu familia tratara por todos los medios que cualquier gesto de proximidad, sea malinterpretado, rechazado y desviado del foco de atención progenitora. Toda esta campaña de rechazo ira inevitablemente acompañada de una sistemática y cansina cantinela de despropósitos dirigidos sibilinamente hacia tu persona, con el fin de tratar de fabricar un enemigo global de la familia, un integrante que de permitir su reentrada, provocaría el desmembramiento de el resto de sus integrantes y por ende, la desintegración, provocando el miedo y la inseguridad paternal, instalando en la mente de los progenitores la ilusión de que es mejor estar tuerto que ciego y justificar así la ausencia de uno de los miembros.
El mayor desencadenante del
rechazo es la envidia. Destacar sobre el
resto o simplemente, no llegar a desarrollar una personalidad gregaria, y ser por contra independiente y
seguro, desencadena la peor de las
tormentas políticas en el seno de cualquier familia. La mayoría de las veces los progenitores actúan
de llama, que hace que esa mecha prenda,
marcando diferencias y mostrando constantes
comparaciones entre los distintos hijos, provocaran que estos
activen sus mecanismos de defensas mas primarios y luchen de la forma mas sangrienta y agresiva por la
atención del progenitor.
Esa aprobación que calma a
la fiera, la mano en el lomo que tratan de conseguir a toda costa, mostrando una
constante, infinita e insaciable necesidad de atención paternal. Esto es muy
antiguo, desde Caín y Abel, los
conflictos familiares se han ido refinando hasta lograr dramas difíciles de superar,
vidas marcadas y traumadas, por un
rechazo familiar, por un tratar de ser uno mismo, por tratar de formarte y forjarte en un ser completo
e independiente, chocas con las
aspiraciones parasitarias del resto de los miembros y termina por provocar la salida forzada del
núcleo.
Una vez este rechazo y la
exclusión es mas que palpable, una vez han
logrado que la atención sea desviada y seas etiquetado como la causa de todos los desvelos paterno
filiares, el único camino que te queda
es el que tu mismo te construyes. Ya demostraste ser independiente y capaz de
volar por ti mismo, ya dejaste patente que tu necesidad de dosis paternal era baja, pues
es ahora cuando tienes que demostrarlo.
Por suerte no te hacen falta
y demuestras desenvolverte perfectamente
en el mundo sin la necesidad del visto bueno de ninguna figura paternal, que te de la palmadita
en la espalda y te diga lo bueno que
eres.
Estas solo, física y
literalmente solo, ahora es cuando debes demostrar lo que vales, aunque esto no te
supondrá ningún esfuerzo, porque en tu interior
ya lo sabes. Te enfrentas al mundo y este
te hace reverencias, es fácil que la vida te sonría, pero que jamás logres contestarte muchos de los porqués
que rondan tu cabeza, es fácil que esas
preguntas nunca sean contestadas, porque
básicamente el ego de las personas impide que reconozcan sus errores, desde luego esto es lo normal.
Rectificar y pedir perdón
es un esfuerzo titánico en aquellos que sus carencias le impiden ver sus dones y
reconocerse autores de una conspiración
domestica.
Aunque trates de realizar
periódicos acercamientos, lo único que obtendrás, será la visión de su
indiferencia y sus anchas espaldas al marcharse,
todo esto no se aclarara hasta que deba aclararse, aquí es solo cuestión de sentarse a esperar
que los acontecimientos se suceden y los
ojos se abran.
Este tipo de rechazos solo
los cura el tiempo, pueden que pasen décadas,
pero tarde o temprano se terminaran desencadenando unos acontecimientos que pongan todas las
cosas en su sitio.
Cuando el rechazo procede
directamente de los progenitores, sin que
exista influencia externa, es debido a que estos suelen tender a fabricar un reflejo de si mismos en sus hijos
y tratan de moldearlos a su imagen,
rectificando esos errores que propiciaron que no lograran realizarse a si mismos, pero los
hijos suelen tener sus propios planes y
su propia personalidad, lo que provoca el conflicto y el posterior rechazo.
También se suele dar el
caso de que es el hijo el que se convierte en maestro de sus propios padres, este con su
personalidad y su forma de desenvolverse
en el entorno, provoca que los progenitores se queden sin argumentos y queden anulados por
su propia progenie lo que es un ataque a
su autoestima y a la figura de poder que representan y provoca el consiguiente
rechazo como consecuencia directa.
Sobrevivir al rechazo
depende en gran medida de dosificar tu necesidad
de aprobación paternal, superar la soledad y crearte el entorno en el que construir tu propio oasis
familiar, en el que crear un buen clima
y evitar repetir los errores que propiciaron el aborto tardío de tu entorno familiar original.
Es difícil asumir el
rechazo, desde pequeños se instala en
nuestro subconsciente que tus padres son tus guías, tus maestros, tu coraza y quedarte desnudo y desprotegido, es
un licor verdaderamente amargo, muy difícil
de tragar, pero evidentemente no imposible.
Todos en mayor o menor
medida han sufrido algún tipo de rechazo familiar, la familia no es perfecta no es para
nada una garantía de éxito y está en
nosotros el deber de enfocar debidamente cada situación y saber reconocer el conflicto y tratar
de solucionar en la medida de lo
conscientes que seamos del mismo.
Con las familias toxicas no existen soluciones estándar, cada familia es un universo en continua eclosión y el parto de las posibles soluciones, para por concienciarnos del papel que jugamos en cada una de las situaciones que se desencadenan alrededor nuestro.
Parar y recapacitar en el
mejor aliado que tendremos, no dejarnos llevar
por la corriente, evitar participar en el drama en la medida de lo posible y tratar de rectificar aquello que podamos
ser participes y coautores. Quizás no
eres el rechazado, pero inconscientemente estas participando en un proceso inquisitorio,
repasa y revisa tus acciones y trata de
curar esas situaciones en las que fuiste el actor principal.
Tampoco es recomendable
tomar el papel de victimas, este rol es la peor solución a cualquier problema que surja
en una familia, ser responsables, maduros y conscientes, asumir aquello que
provoco tu desacertada acción y
rectificarla es el mayor síntoma de consciencia
y madurez que conseguirás desarrollar en tu vida.
Fuente: La cosecha de almas-Rubén Torres.
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