El AMOR es un estado motivacional, una energía que nos aporta
vitalidad, que nos da esperanza, que nos
proporciona confianza, que nos da alegría y nos infunde el valor para salir al mundo y mostrarnos. El amor nos da todo lo
necesario para poder desarrollarnos,
para sentir confianza en nosotros mismos,
en nuestras capacidades, para fiarnos de los otros y estar motivados para aportar cosas a este
mundo.
Cuando el niño interior se siente amado, puede conectar con su potencial divino, y ese amor produce unión,
y de esa unión se crea algo. Si, por el
contrario, el niño interior no se siente amado o se ve rechazado, y no puede conectar
con su potencial divino, no solo no se activa ese potencial sino que se produce todo lo contrario: el miedo a ser
rechazado, abandonado, a considerarse
poca cosa, no apto, y eso le crea una
inseguridad y un dolor que va a intentar compensar a toda costa.
Lo va a hacer dejando su auténtico ser de lado y haciendo
todo lo que crea que le va a aportar
apoyo por parte de los seres significativos
que le rodean.
Todos tenemos un niño interior herido. Algunas personas han tenido más momentos felices, mientras que
otras han experimentado mucho dolor, han
sido abandonadas, han sufrido abusos,
han recibido malos tratos… Pero la gran mayoría
ha sentido de una forma u otra que le faltaba algo, que necesitaba curar, reparar, dejar salir el dolor
que produce el no sentirse amado como
uno necesita.
Nunca es tarde para tener una infancia feliz, es cierto, podemos trabajar esas carencias que nos causan
dependencia de los demás y reconectar
con nuestro niño interior. Esto último significa
recuperar una parte de mí que he dejado bloqueada, oculta, en la sombra. Significa mirar a los
fantasmas de frente y acogerlos porque
si son fantasmas es porque no han concluido su proceso, su camino, su paso a otra dimensión.
Cuando miramos a los fantasmas de
frente, nos hacemos amigos de ellos y
les damos la energía positiva que transforma su parte negativa, entonces
aquellos pueden pasar a la luz, al amor, a la dimensión que nos transportará más allá.
Es indispensable viajar hacia dentro, hacia nuestro interior, y sanar las heridas del pasado. Hasta que no trabajemos o tomemos conciencia del dolor, los conflictos que no habíamos resuelto en nuestra infancia seguirán presentes, independientemente de la edad. Y aunque aparentamos una edad cronológica, podemos hacer una regresión espontánea, y sentirnos como un niño pequeño cuando nos encontramos en una situación en la que nos sentimos vulnerables.
Publicar un comentario