sábado, 16 de mayo de 2020

Conexión con nuestro niño interior

El trabajo del niño interior es IMPRESCINDIBLE, esto quiere decir  que lo tenemos que hacer sí o sí, que es indispensable para  poder reconectar con nuestro corazón, que es el motor, el  origen, el centro que simboliza las cualidades esenciales e incorruptibles del ser humano.


El corazón simboliza el AMOR Es una energía creadora, es una  energía agradecida, compasiva, dadora. Cuando estamos  conectados con el AMOR y proyectamos AMOR creamos un  circuito que conecta con el amor del otro y genera algo nuevo,  algo con más amor, algo más grande.


Para volver a conectar con nuestro niño interior auténtico, con  nuestra esencia y auténtico ser, tenemos que entender cómo  hicimos para perder el contacto con él inicialmente. Es decir,  entender cómo se escondió esa parte nuestra para poder manejar el dolor de nuestro niño interior herido y cómo fue  construyendo una coraza/máscara o personalidad para poder  relacionarse con el entorno que nos había tocado.


Así pues, reconectar con el niño interior implica varios pasos:

1. Identificar a ese niño, tanto si está retraído, como si tiene  mucho dolor y quiere rebelarse haciendo a otros el daño que  ha recibido.


2. Entender las circunstancias de este niño: saber cómo se  sentía en el entorno que le había tocado, asimilar qué le hizo  actuar de la manera en que lo hizo, y qué tuvo que dejar atrás  al tomar la decisión que tomó.


3. Dejar salir el dolor, hacer el duelo, permitir transformar las  emociones desagradables o dolorosas que se quedaron ahí  bloqueadas: el miedo, el enfado, la tristeza, la preocupación  por no tener recursos para afrontar la situación y la falta de  alegría.


4. Hacer un compromiso con ese niño interior para darle su  lugar, su espacio, su atención, su aprecio, su aceptación, el  AMOR QUE NO TUVO.


5. Proponer una reparación mediante una nueva acción, ritual, comportamiento o hábito que permita crear una nueva forma de  hacer las cosas.


Cuando reparamos en la carencia, cuando dejamos salir el  dolor o cuando prestamos la atención necesaria, se recupera la  energía vital del niño interior divino, nuestra esencia; se  recuperan nuestras cualidades esenciales: la alegría, la curiosidad, la espontaneidad, la inocencia, la generosidad, la  capacidad de expresar amor, la confianza… En suma, nuestro  mejor ser.


Resumiendorecuperar al niño interior es revisitar nuestra  infancia, darnos cuenta de qué vivimos entonces, qué sentimos  y cómo lo manejamos, conectar con las emociones que se han  quedado bloqueadas, dejarlas salir y proporcionarle a ese niño  interior el amor que no tuvo, para que pueda crecer,  desarrollarse y fusionarse con nuestra parte adulta y así tener  un sentido de identidad integrado, coherente y que esté en  armonía consigo mismo y con los demás.


Fuente: Victoria Cardoso - Libro Abraza tu niño interior.

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