sábado, 16 de mayo de 2020

Arquetipo del niño interior

El concepto de niño interior puede significar muchas cosas y muy diferentes para distintas personas. Puede ser una metáfora que define nuestro auténtico ser, un símbolo de todo el  potencial que tenemos dentro y una manera de objetivizar o describir el dolor de no haber recibido todo el amor, cuidado y protección que hubiéramos necesitado. Estos tres conceptos  nos llevan a tres enfoques o puntos de partida:


1. Nuestro niño interior, como auténtico ser, representa la parte  trascendente de nosotros mismos, ese canal directo entre  nuestro ser y nuestro Ser Superior, o niño divino o presencia de  la divinidad en nuestro interior. El niño interior es quienes  somos cuando estamos conectados con ese Ser Superior, y  dicha conexión universal se produce cuando la establecemos con todas las partes de nuestro ser. El niño interior se muestra  como el Ser Superior, que es la esencia del poder, la fuerza  vital, creadora y amorosa.


Cuando somos auténticos, genuinos y compasivos al máximo,  cuando estamos llenos de amor, de empatía y de perdón, nos  encontramos en un estado extraordinario que permite que  aprovechemos nuestra sabiduría, aquella que procede  directamente del Ser Superior.


El niño interior es el alma de la persona, creada en nuestro  interior por medio del Ser Superior que está en cada uno de  nosotros. Podemos definir al Ser Superior que llevamos dentro  como nuestra plenitud, nuestra capacidad de amar y nuestro  sentido de poder personal: quienes somos en realidad, nuestro  auténtico ser, nuestra verdadera identidad. «Nuestro auténtico  ser» o «nuestro yo verdadero», nuestra esencia, como   realmente somos, nuestra originalidad, el ser único y auténtico  ser, es AMOR. 


Todos nacemos con la capacidad natural de AMAR,  amarnos a nosotros mismos y a los demás. Sin embargo, para  que se desarrolle el AMOR que llevamos dentro, tenemos que sentir que nos dan amor, es decir, que las personas que nos  cuidan física y emocionalmente devuelven nuestro amor. Es como si perdiéramos nuestra capacidad de amar al no conectar  amorosamente con los demás. En la medida en que los otros  no son capaces de devolvernos el amor, nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos y de darlo y recibirlo en las  relaciones se ve mermada y nos deja una sensación de  carencia de lo que no tuvimos. 


No obstante, esa carencia también nos proporciona la motivación para volver a encontrar  ese amor y nos lleva en una búsqueda, primero externa y luego interna, que nos invita a desarrollarnos a nosotros mismos y  ser lo que deseemos ser.


2. El arquetipo del niño también representa de forma simbólica todo el potencial de lo que puede ser el hombre en su mejor  expresión, es el símbolo de nuestras esperanzas, nuestras  posibilidades creativas y el impulso de autorrealizarnos.  


Tenemos que desarrollar nuestro potencial si no está  disponible, y no lo está porque necesitamos recibir AMOR, que es la energía que nos ayuda para desarrollarnos física y emocionalmente cuando somos niños. El conectar con nuestro  niño interior también es un proceso, un camino, de lo que es el  trabajo de desarrollo personal que todos tenemos que hacer  para conectar aquellas partes de nuestra personalidad  individual previamente separadas o disociadas. Para alcanzar  nuestro potencial hemos de reconectar con nuestro AMOR  natural de nacimiento del que nos desconectamos.


3. Nos desconectamos de nuestro auténtico ser, nuestra  esencia de nacimiento o AMOR por no recibir todo el AMOR que  necesitamos desde fuera para mantener nuestro propio AMOR  vivo, y esto nos causa una herida, un dolor que crea otra parte  del niño interior que es el niño interior herido. El niño interior  herido es nuestra parte vulnerable, solitaria, dolorida, desatendida, traumatizada, que se escondió detrás de una  coraza que se construyó para defenderse o protegerse de recibir más dolor del exterior.


Esa parte herida, asustada, insegura, va a estar ahí, la mayor  parte de las veces inconsciente o semiconsciente, esperando  ser rescatada, reparada, restituida, reconectada. Se mantiene  en el presente como un niño interior que se ha quedado  bloqueado en el momento del dolor que no pudo asimilar y por  ello no creció. Mientras otra parte nuestra, que ha ido creciendo  independientemente de nuestra parte herida, se ha convertido en nuestra parte adulta, que es la que se relaciona con el  mundo exterior. Esta parte adulta se relaciona con los demás a  través de esa coraza, máscara o estrategia protectora o  defensiva que llamamos personalidad y que nos ponemos para  que nos acepten, aprueben, acojan y no nos abandonen  dejándonos desatendidos, solos y olvidados.


Así pues, podríamos decir que nuestro auténtico ser está en el  centro o núcleo de un campo energético, rodeado de la fuerza  de las emociones dolorosas de desencuentros y dificultades  sufridas en la infancia y, a su vez, rodeado por una coraza o  estructura defensiva, que es la personalidad. Cuando se habla  del niño interior se hace tanto para definir al niño interior  auténtico, nuestra esencia, como al niño interior herido, que  representa el dolor de nuestra infancia por separarnos de nuestro auténtico ser.


Fuente: Victoria Cardoso - Libro Abraza tu niño interior.

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