domingo, 1 de noviembre de 2020

Entidades Negativas

 

Esta información es una recopilación de varias publicaciones del blog de David Topi. Donde se explican que son las entidades negativas, la forma que tienen de acoplarse al sistema energético de la persona y cómo a través de este conocimiento podemos empezar a liberarnos de las mismas.


Posesiones y acoples de entidades “negativas” y de otras partes de nosotros mismos.

 Dos tipos de “posesiones”.

 

En algunos círculos y ámbitos “espirituales”, el miedo a ser “poseído” está sobre generalizado. Pero no suele haber nada que temer cuando tienes el conocimiento y comprendes realmente cual es la razón y el mecanismo de esta hipotética “posesión”.

 

Hay básicamente dos tipos de fenómeno que entran dentro de esta categoría. El primero es menos común, sucede ocasionalmente y puede ser solucionado fácilmente. El segundo tipo es extremadamente común, y también se soluciona fácilmente una vez tienes el conocimiento para ello.

 

Acople de entidad negativa.

 

La primera forma de “posesión” es la que todos nos estamos imaginando. Una entidad o forma de conciencia trata de usar el vehículo físico de otra. En términos que todos entendemos, una entidad que llamamos “negativa” trata de usar o “entrar” en un cuerpo físico que está siendo usado por un alma encarnando en él.  La razón para este tipo de “acople” o posesión es simplemente el deseo de poder usar el cuerpo físico como fuente de nutrición energética por parte de la entidad “negativa” y la oportunidad que de repente se genera para ello cuando la persona física no está lo suficientemente fuerte para impedirlo.

 

Este tipo de posesión es frecuente, hay entidades que se atreven a forzar a una entidad ya encarnada en una “lucha” por el vehículo físico que ocupa, aunque hay otras formas más sencillas de nutrirse energéticamente de uno (por ejemplo, un anclaje al aura, implantes etéricos, etc.). Además, la disociación del alma o conciencia de la persona que es necesaria para que este desplazamiento suceda (para que el alma ocupante sea “desplazada” parcial o temporalmente) tiene que ser bastante elevada, de lo contrario, no suele ser posible. Nunca estamos completamente indefensos, aunque pueden darse casos en los cuales esto suceda si estamos tremendamente bajos a nivel energético, bajo el efecto del alcohol, drogas, o cualquier otra situación en la que perdamos cierto control sobre nosotros mismos por efectos externos. Cuando nuestra alma se disocia del cuerpo físico y no ejerce el control necesario sobre el mismo, entonces la protección es más débil y la oportunidad de este tipo de posesión aumenta, si es que alguna entidad “negativa” descubre la viabilidad de la misma y desea probar suerte.

 

Si esto llega a suceder, basta con que la persona sea consciente de lo sucedido para ponerle remedio. Básicamente se trata de que el alma original, y “desplazada” (que no expulsada) por esa entidad haga valer su derecho a recuperar el vehículo físico que le pertenece. Dependiendo de las creencias de cada uno, esto pasa por ir a una simple terapia energética donde le haces consciente a la persona del problema, de forma que automáticamente recupera el control (con conocimiento de causa) o participar de cualquier técnica de esas que veis en las películas que a pesar de estar exagerados, tienen la misma función, que el alma original “reclame” el cuerpo y su sistema energético a través del potencial del Yo Superior para ello. La entidad negativa no tiene más remedio que cumplir con esta prerrogativa y debe abandonar ese vehículo físico ocupado pues de lo contrario es succionada, literalmente, y expulsada por los protocolos de limpieza energética puestos en marcha por el Yo Superior para ello a petición de la personalidad.

 

Intercambio entre partes de uno mismo, auto-“influencia” negativa.

 

El segundo tipo de “influencia negativa” está relacionado con las múltiples facetas de nuestro ser, nuestra conciencia, las diferentes existencias que llevamos en vidas paralelas, simultáneas, en otros planos, etc. Se trata simplemente de una parte del ser que somos, conectada, intercambiada, acoplada, a otra. Y aquí entran en juego una gama terrible de situaciones posibles.

 

La más común es, por ejemplo, cuando por la noche en una salida del cuerpo, mientras dormimos, visitamos o entramos en contacto con una vida simultánea o paralela nuestra, y cuando al despertar, esa conexión que hemos realizado entre dimensiones o planos frecuenciales sigue activa, no se ha cortado o cerrado. Y nos encontramos que cosas que energéticamente pasan o suceden en esa otra parte de nosotros, nos afectan y nos influencian como si las estuviéramos viviendo físicamente, aunque a veces sean cosas muy sutiles que no notamos.

 

Otras veces sucede que por tema de aprendizaje y lecciones, nuestro Yo Superior conecta dos o más encarnaciones, o partes de si mismo, y se produce un traspaso de lecciones, karma, aprendizajes, experiencias, etc. Todo a nivel energético. Y nos encontramos con efectos, lecciones, situaciones o experiencias que provienen originariamente de otras vidas simultáneas pero que ahora debemos lidiar con ellas. Puesto que todo está diseñado para que sirva de aprendizaje, este tipo de intercambio entre diferentes aspectos de nuestro ser tiene como objetivo que adquiramos experiencias que no estamos adquiriendo o que nos son necesarias en ese momento. Nosotros, sin darnos cuenta, también influenciamos a otras partes de nuestro ser, a otras vidas, porque esto es un proceso de doble sentido, así que algo que podamos estar haciendo, o viviendo, puede que sea necesario que también se traspase hacia otras existencias, así que no solo recibimos cosas de nuestras vidas simultáneas sino que también las influenciamos y las bloqueamos o sanamos.

 

Así que en definitiva, lo que a la mayoría de nosotros nos pasa constantemente está relacionado con el segundo concepto de “influencia negativa” y en algunos casos, pocos, el primero. Pero el conocimiento protege, y sabiendo lo que sucede, todo tiene rápida solución.

  

Enganches de entidades negativas.

 

En casi todos los casos de entidades enganchadas o ancladas a nosotros, nos encontramos con una enorme variedad de casos y situaciones, entre otras, aquellas en las que entidades del astral de todo tipo, o incluso almas de personas que no han transicionado, encuentran la forma de “resonar” exactamente con nuestro sistema energético permitiéndose así poder “anclarse” al mismo.

 

También sucede que muchas personas fallecidas se anclan a alguien por alguna razón, como que, por ejemplo, estuvieran emocionalmente atadas a esa persona (tanto por amor como por odio), y sucede que incluso el “hospedador” también se resiste consciente o inconscientemente a “dejarla marchar”, en estos casos, al no poder expulsar a esa alma “a la fuerza”, hay que hacer algo así como de “terapeuta astral”, indicando mental o psíquicamente, a la entidad, que debe abandonar ese anclaje y partir a los planos a los que debería transicionar. En muchos casos, hay que ser más listo que la entidad para poder darles razones mejores que la de seguir atado a una persona para que se deshaga el enganche energético, debido a un cambio de frecuencia en alguna de las partes, ya que cuando esto sucede, el anclaje no puede sostenerse por más tiempo.

 

Idéntica frecuencia de resonancia.

 

La mayoría de enganches de entidades, del tipo que sea, se producen simplemente porque la frecuencia de resonancia del sistema energético de la persona resuena o proporciona una frecuencia que concuerda o es compatible con la frecuencia de la entidad, encontrando mayor facilidad para pegarse, que con otra persona que posea un tipo de frecuencia vibratoria completamente distinta. No es posible que nada ni nadie se te enganche si tu frecuencia de resonancia está por encima de la de la entidad o forma negativa en cuestión.

 

Con este tipo de anclajes, el problema es determinar como nos está afectando y como se aprovechan o no de nosotros, de forma que la persona debe trabajar para eliminar el elemento que está causando a la entidad mantenerse anclada. En los casos más simples, una entidad que desee nutrirse de la energía de la rabia en su “presa”, generará e inducirá a esta a sentir y provocar todo tipo de conflictos que generen esta emoción, o amplificará ad infinitum todo tipo de emociones negativas que encuentre en la persona por muy nimias que estas sean. En el caso por ejemplo de una entidad que desee “vengarse” o “atacar” a una persona, por la razón que sea, puede por ejemplo inducir a la persona a beber, por decir algo, para conseguir destruirle las facultades, las opciones, el entendimiento, etc. La persona, en este caso, puede cambiar su frecuencia de resonancia NO haciendo absolutamente nada de aquello que parece inducirle a problemas o destrucción de su vida. En todos los casos, la entidad intentará convencernos de que lo hace por nuestro bien, o que es algo que nos beneficia, cuando en realidad es un control, manipulación y decepción con el propósito de mantener el enganche bien sujeto.

 

Cambiando la frecuencia de resonancia.

 

Con las diferentes técnicas de las que disponemos y trabajamos, podemos en muchos casos expulsar a todo tipo de entidades, desde las más básicas, que no son sino formas compactas y semi-inteligentes (pero no mucho) de energía negativa, hasta realmente cosas “peligrosas”, pero si sigue habiendo una energía o frecuencia de resonancia en un individuo que lo hace atractivo o presa fácil para una entidad, por mucho que expulses, puedes encontrarte a otra entidad anclada de nuevo dos semanas más tarde.

 

La solución pasa por cambiar tu nivel frecuencial, eso significa aprender mucho sobre los mecanismos de anclaje y “nutrición” de este tipo de seres, limpieza mental, emocional, física y energética, conocimiento de causa (saber que es lo que puede estar sucediendo), y otras formas de mantenerte en “buen estado” a todos los niveles, ya que la única razón por la cual una entidad, sea la que sea, puede anclarse a nosotros, es porque resuena a una frecuencia parecida. Eleva la tuya, y no será posible que te conviertas en hospedador de nuevo de ningún bicho de este estilo, ya que simplemente, por pura “física”, no pueden, al no resonar contigo.

 

Dando permiso a entidades negativas.

 

Una de las razones más comunes para algunos de los problemas que tenemos, y sobre todo, para cierto tipo de emociones y sentimientos que surgen en nosotros y que no nos hacen sentir precisamente bien, son anclajes en nuestra aura de lo que llamamos entidades negativas.

 

Puesto que vivimos en un universo percibido como dual y de libre albedrío, no pueden existir entidades positivas si no existen entidades negativas. Ambos extremos son reflejos de las polaridades que gobiernan este juego en el que estamos metidos. No se puede “eliminar completamente” a la oscuridad, porque entonces “la luz desaparecería y dejaría de existir. No es que sea del todo correcto está forma de verlo, pero es una manera de expresar los conceptos de doble polaridad que nos rigen actualmente. La solución pasa por poner ambas polaridades en balance constante, algo que desafortunadamente en estos momentos está lejos de ser una realidad en nuestro planeta.

 

Como ya he comentado en otras entradas, las entidades negativas son simplemente seres, o fuerzas, que dependen de la energía de otras personas o entidades para “alimentarse” y “sobrevivir”.  Cuando poseen la fuerza suficiente para desplazar al alma original del cuerpo, sucede lo que llamamos una posesión, cuando no la tienen, simplemente están enganchadas a nuestros cuerpos sutiles. Pero para que esto ocurra, en muchos casos, hemos de darles o usan algún tipo de permiso presente en nosotros para ello.

 

No somos víctimas inocentes.

 

En las primeras lecturas de Sanación Akashica realizadas en mis inicios simplemente descubría esta entidad negativa, averiguaba cómo estaba afectando a la persona y la “desconectaba” de ella sanando el campo energético y reparando aquellos daños que esta entidad hubiera podido causar. Sin embargo, con el tiempo, al investigar más la causa por la cual estas entidades se anclaban a una persona y no a otra, comprendí que era porque les habíamos dado permiso. Inconsciente, es cierto, pero permiso al fin y al cabo.

 

Para que un ente “negativo” se ancle a nosotros y luego sea más difícil expulsarlo hemos de darle permiso. ¿Cómo lo consiguen? Normalmente engañándonos (a nuestra alma muchas veces, no siempre es un permiso dado desde la personalidad consciente). Pueden hacerse pasar por entes positivos, por nuestro Yo Superior, por guías, por lo que sea, y nos pueden prometer el oro y el moro. Normalmente hay unas cuantas razones por las cuales aceptamos este anclaje, y las más comunes nos dicen mucho de las necesidades humanas más profundas: amor eterno, cariño, compañía y salvación “eterna”.

 

La mente consciente probablemente no se da cuenta de “esta negociación”, pero el alma que somos puede aceptar este enganche sin conocer sus consecuencias porque ha sido “engañada”, evidentemente, para obtener algo que jamás una entidad negativa podrá darle. Otras razones menos comunes y que se encuentran en encarnaciones “algo menos avanzadas” son permitir el anclaje a cambio de poder, o incluso beneficios materiales. No es tan común, pero ocurre.

 

Porqué nos dejamos engañar.

 

Cuando estamos en una encarnación, dentro del cuerpo humano, en este magnífico traje que usamos para expresarnos en el mundo, tenemos las limitaciones que nos impone nuestra configuración mental y energética para esta vida, y tenemos bloqueadas las memorias de quienes somos en realidad a niveles de planos superiores.

 

El alma puede sentirse tanto vulnerable como asustada como perdida cuando inicia una nueva encarnación, o cuando se enfrenta al desafío de guiar a la mente y al cuerpo humano en el que reside en su camino evolutivo a través de las experiencias físicas de la realidad en la que existe. Por eso en muchas ocasiones, nos es fácil aceptar estas promesas de ayuda espiritual que entidades falsamente disfrazadas de lo que sea nos ofrecen. Nosotros, a cambio, les permitimos que estén cerca nuestro disfrutando de nuestra energía. Cuando el trato se ha hecho, ya es demasiado tarde, y la entidad negativa se descubre realmente y entonces es cuando empiezan los problemas.

 

Mi intención es explicar que nunca somos víctimas inocentes de lo que nos pasa, aunque muchas veces no nos demos cuenta y esté lejos de nuestra realidad consciente este tipo de “acuerdos” que hacemos a otros niveles. Pero al fin y al cabo, seguimos siendo nosotros mismos los que permitimos que estos anclajes tengan lugar. Tenemos todo el poder y el control de nuestras vidas en todos los planos de existencia de la misma y a todos los niveles de realidad en los que operamos. No hay que echarse la culpa tampoco, pero al menos ser consciente de ello. Si realmente hemos aceptado a un ser que nos ofrecía amor eterno, ¿qué es lo que realmente nos estamos diciendo a nosotros mismos que nos falta?

 

Canalizando entidades negativas.

 

Desde que el fenómeno de la canalización se ha extendido tanto, muchas de las personas que se prestan a servir de canal piensan que pueden reconocer a las entidades que hablan a través de ellos simplemente por su vibración o la sensación que les produce, sin necesitar ninguna otra identificación, para estar seguros que están canalizando a quien realmente creen que están canalizando.

 

Sin embargo esto no siempre es suficiente. Entidades negativas de nivel evolutivo parecido al de la entidad positiva a la cual se pretende canalizar presentarán una frecuencia y vibración energética muy similar a esta, con el condicionante añadido de que serán capaces de imitar a la entidad positiva como parte del proceso de “engaño” (sea malintencionado o sea simplemente por “diversión”). Este engaño no es más que parte del procedimiento rudimentario de todas aquellas entidades cuyo camino evolutivo es aquel de servicio a uno mismo (=negativo).

 

 

La entrada de la entidad en el canal.

 

Cuando la persona que canaliza siente que la entidad desea conectar, lo mejor es desafiar mentalmente a esta entidad, de la forma que se considere apropiada (cada cual tiene sus creencias y su forma de tratar a las posibles entidades con las cuales conecta). El canalizador simplemente pide a la entidad o entidades si vienen en el nombre de cualquier principio universal que la persona considere “sagrado” para si misma (puede ser en nombre de tu Yo Superior, del universo, del bien mayor de la humanidad, de la luz, de la polaridad positiva, de un “dios” de cualquier religión, de ángeles o arcángeles, etc., etc.). Lo importante es que haya una intención de bloquear el intento de canalización si no se comprueba que la entidad es quien dice ser).

 

Esto básicamente es como poner una barrera energética a través de la cual, una entidad negativa haciéndose pasar por lo que no es, tendrá la misma dificultad en atravesar que nosotros andando contra una pared de hormigón.

 

Aprovechando cualquier oportunidad.

 

Entidades negativas que perciben a canalizadores demasiado dispuestos a dejarse influenciar por “mensajes del más allá” (por el simple hecho de decir que son ellos quien canalizan a tal o cual, por fama, por curiosidad, por ego, etc.) estarán más que esperando cualquier omisión de estas “defensas” e imitando los modales y firma energética de entidades positivas para ser aceptadas por el canal.

 

A partir de aquí, vienen los mensajes grandilocuentes, con referencias, fechas e información normalmente falsa, con profecías catastróficas, con halagos, con mensajes crípticos, con datos que parecen ciertos (no olvidemos que estas entidades normalmente están más evolucionadas que nosotros, y que simplemente han escogido la polaridad negativa como camino evolutivo), de forma que a más impacto cause en el canal y con el mensaje, más daño hacen y más beneficio personal recogen estas entidades para su propio desarrollo.

Simplemente no hay que invitar a ninguna entidad por las buenas, hay que aprender a trabajar energéticamente y a desafiarlas. Aquellas de polaridad positiva que vengan a ayudar tendrán esto bien presente, y se prestarán a cualquier comprobación que hagamos, las que no, o bien abandonarán el contacto enseguida o bien tratarán de eludir este desafío. Hay muchas cosas que podemos aprender de aquellos que ya han pasado por donde nosotros estamos pasando, solo hay que saber elegir bien a quien escogemos como maestro.

 

Anclaje de entidades negativas.

 

En muchas sesiones de limpieza y sanación, encontramos leyendo el sistema energético de una persona que tiene una o varias entidades que llamamos “negativas”, ancladas al aura. ¿Porqué se nos anclan estas entidades? ¿Qué son? ¿Cómo nos afectan?.

 

La cosa no tiene mucho misterio, y para decirlo simplemente: nuestro sistema energético no es otra cosa que “comida” para estas entidades.

 

Yo Superiores “negativos” y entidades del etérico, astral  y plano mental del planeta.

 

Tanto aquellos entes que evolucionan por lo que nosotros llamaríamos la polaridad negativa y que subsisten a base de emociones y formas mentales de estas características deben “conectarse” a algo o alguien si desean “mantenerse vivas” (por decirlo de alguna forma). Este “alimento” lo encuentran principalmente en el campo energético que todos emitimos, y que proporciona el sustento perfecto para que una o varias de estas entidades traten de aprovecharse del mismo. Lo que hacen es, una vez enganchadas, generar artificialmente un cierto tipo de emociones negativas en la persona que genere esta energía de la cual se nutrirán.

 

Ninguna entidad, del tipo que sea, puede anclarse a nosotros si no le damos permiso, por lo que siendo conscientes de ello, podemos evitar en todo momento que se nos enchufen al aura, pero evidentemente esto no es común, y nos encontramos que tenemos una, dos o cinco entidades sin saber como ni porqué les hemos permitido que se anclarán a nosotros, ya que, a veces, esos permisos vienen dados de otras encarnaciones, usan permisos genéricos presentes en el inconsciente colectivo de la humanidad, nos han engañado para que les demos ese permiso inconscientemente, etc.

 

Permiso durante el sueño.

 

Hay muchas formas en las que estas entidades tratan de engatusarnos para que les permitamos el enganche, entre ellas, disfrazarse de lo que no son: guías, maestros espirituales, ángeles, seres “de luz”, etc., etc. Pueden entrar en contacto con nosotros especialmente durante el sueño, cuando nuestra alma vaga libre y va “socializando” con otras entidades y seres que nos vamos encontrando por esos planos. El simple hecho de entablar una conversación con algún ente que parece “interesante” y que nos ofrece cualquier cosa a cambio de que luego le permitamos “coger” un poquito de la energía del cuerpo físico, suele ser lo más normal. Es por ello que no comprendemos como se nos ha podido enganchar una entidad negativa, y es que la mayoría de las veces, ocurre mientras dormimos.

 

Algo a cambio.

 

Sin embargo este anclaje no se hace gratis. Normalmente siempre nos ofrecen algo a cambio. Es muy curioso porque cuando preguntamos que nos ha ofrecido la entidad o que le hemos pedido para dejar que se enganche, salen cosas tan profundas como amor eterno, cariño, seguridad física, etc. Es decir, pedimos cosas que parece que a todos nos faltan en el plano físico, o por lo menos, que no se corresponden como creíamos conocerlas antes de estar encarnados. Al menos, en una lectura, eso nos da una indicación de alguno de los deseos más profundos del alma, que no tiene porque cuadrar para nada con lo que la mente lógica y racional desea cuando estamos despiertos. Puesto que en los planos no físicos no es posible camuflar lo que uno siente, ya que nuestro cuerpo emocional está completamente a la vista de todos, estas entidades saben muy bien lo que anhelamos profundamente y juegan con ello.

 

Evitando los enganches.

 

Hay sitios en los que es más fácil que una entidad nos eche el ojo para luego intentar engancharse que en otros, no hay mejor lugar para encontrar “comida” que las convenciones y congresos, discotecas, conciertos, campos de fútbol y otros lugares donde hay concentración masiva de personas, etc. Aquellos que son conscientes de ello ya limpian estos lugares antes de este tipo de eventos, pero imagino que no todo el mundo se da cuenta de ello y muchos de nosotros nos vamos a casa con una entidad acechando que tratará luego de que le demos permiso para anclarse a nosotros.

 

Expulsando a pequeñas entidades negativas eliminando la fuente de alimento energético.

 

En muchas ocasiones, cuando hacemos sanaciones energéticas, aparecen pequeñas entidades enganchadas al sistema energético de una persona que se están nutriendo de la energía del campo áurico de la persona como medio de subsistencia.

 

Este tipo de pequeños “bichitos”, en la mayoría de los casos, no tienen un poder excesivo, de hecho, es difícil catalogar si se consideran entidades de un nivel evolutivo que ni siquiera serian entidades conscientes por ellas mismas, sino más bien formas energéticas que simplemente van a donde encuentran una energía compatible, como moscas a la miel.

 

Resistencia a ser expulsadas.

 

Básicamente lo que iba a comentar es que a veces “cuesta” echarlas, al menos usando las herramientas con las que yo trabajo, y en estos casos lo que estoy haciendo es eliminar por completo la “fuente de alimento” de la cual se nutre. Es decir, si este pequeño parasito astral (o de dónde venga), se está alimentando de formas de pensamiento negativas (lo más común), la táctica que mejor resultado me está dando es eliminar la forma de pensamiento negativa, la que sea, que no es más que una “bola” o como digo yo, un pegote de plastilina en cualquiera de los chakras o cuerpos sutiles. Al transmutar o eliminar la fuente de alimento principal, (o todas las que haya), deja de producirse una compatibilidad energética entre la mini-entidad y el sistema energético de la persona, con lo cual es luego muy sencillo desanclarla o expulsarla.

 

Simplemente una pequeña técnica para aquellos que trabajan con estas cosas, si se resiste algún bicho de estos, averigua de que se nutre, elimina la energía que le proporciona enganche y sustento, y luego podréis quitártela de encima fácilmente.


Fuente: David Topi.


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