Cuando
hablamos de política debemos entender que es la política. La política, es la
herramienta para lograr unos objetivos a través del dialogo y la diplomacia. Entendemos que la
política esta presente en todas partes,
no solo en época de campaña electoral, no voy hablar de ese tipo de política, la política
que generalmente usamos es aquella que
nos es útil para lograr lo que queremos sin utilizar la fuerza, somos políticos en potencia desde que
nacemos, y cuando crecemos vamos
utilizando la política como herramienta para desenvolvernos civilizadamente en un mundo
netamente incívico.
Somos
políticos nadando en una pecera apolítica, pero este concepto diplomático y
cívico se desvirtúa en cuanto se adapta al modelo familiar y se etiqueta como político a
miembros sin lazos de sangre.
La
gracia es que la familia política es de todo, menos política. El dialogo es
usado solo como arma arrojadiza y la diplomacia brilla por su ausencia.
Los
familiares consanguíneos pueden ser de menor o mayor agrado, nos pueden hacer la vida mas fácil o
convertirla en un apocalipsis, son tu familia,
finalmente transiges porque esa consanguinidad
que arrastras con una cadena a tu pie, crea una falsa tolerancia. Es una especie de condena que
no nos queda mas remedio que pagar, pero
cuando la familia es política, nuestros sistemas
se ponen en guardia y delimitan claramente las líneas que no han de ser
atravesadas.
El
alumbramiento de un nuevo miembro en la familia es un hecho maravilloso que
normalmente es celebrado y recordado, si este nuevo miembro es un miembro político, su
llegada es vista con recelo, indiferencia
y sospecha. Comúnmente en una familia, las etiquetas de cuñado o suegra, suelen ser las
mas denostadas y seguramente con razón.
La
sabiduría instintiva nos dice que son elementos de los que no te puedes fiar
e igual que sin tocar el fuego, sabes que te puedes quemar, saber que tener cerca a cualquiera de
estos familiares políticos, puede
provocar el mismo efecto en nuestro psique.
Quedar
literalmente quemados por estos elementos puede ser no solo probable, si no altamente asegurable. Cualquier
familia que hasta entonces se pudiera
considerar “feliz”, o al menos equilibrada, en la relación entre sus miembros, con la
llegada de elementos políticos que
orbiten ese sistema, acabaran por infectar esa armonía siendo un cáncer en esa
relación consanguínea.
Su
tendencia a contaminar las relaciones que se estrecharon en tiempos pasados, quedan rápidamente empañadas
por su falta de política en el trato con
el resto de los miembros. Confianzas robadas, modos incorrectos y comportamientos incívicos son los que comenzaran a integrar ese viejo núcleo
familiar que hasta su llegada, se
antojaba armónico y prospero, en su germen.
Estos
familiares políticos son zorros en un gallinero, que no conocen el dialogo o la diplomacia, utilizaran
al miembro consanguíneo al que se han unido
para manipularlo y utilizarlo a su favor.
Lo positivo es que es fácil deshacerse de ellos, al contrario que con los familiares consanguíneos que es
mas complicado a la hora de romper
lazos, un familiar político es un miembro fácil de amputarse sin causar dolor o
trauma.
Son
elementos accesorios que si no logran cuajar de una manera positiva en nuestras vidas, no es necesario
ser diplomáticos y optaremos por ser
totalmente apolíticos para cortar de raíz esa relación toxica y perjudicial.
Siempre
que identifiquemos una relación que nos enferma o nos traumatiza, debemos sacarla de nuestra vida
antes que no exista remedio, es mejor
una vida llena de soledad, a una vida llena de prozac, en el caso político, ni lo uno, ni lo
otro, ya que nunca fueron realmente
familia.
La
familia política es familia de paso, se espera que pase por tu vida de puntillas y de forma ocasional, pero por lo
general suelen pisar el callo del cariño
según llegan, son gorrones afectivos, pedigüeños del calor del hogar que suelen pedir con
descaro aquello que nunca ofrecen.
Amor, comprensión,
cariño... Parecieran parásitos chupópteros, una solitaria que deja tu organismo sin todo lo
que la familia hasta el momento te
aportaba.
La
familia política se lava los pies en el agua que representa tus valores, son el polizón en tu barco, la
serpiente en tu edén. La familia
política es en realidad, el desorden político familiar, son la vasectomía en la
relación de pareja, son la ligadura de trompas del cariño, son la silicona en los pechos del
amor, estéticos, pero inútiles, solo
hacen bulto, no aportan nada, y por regla general, los debemos cambiar cada diez años.
Muchos
se cuestionan el amor duradero y la relación de pareja, ver como hace años las
parejas duraban toda la vida y hoy, lo normal es que apenas aguanten cinco años... yo
siempre he pensado que la duración del amor
es inversamente proporcional a la influencia que ejercen suegras y cuñados, estos
familiares políticos matan literalmente
el amor y logran que el príncipe azul enrojezca de ira.
Permeabilizarse
con estos sujetos es complicado y utilizar la política es una perdida de tiempo. La diplomacia no
sirve y sus muestras de cariño te las tienes
que limpiar, son como las pegatinas de la fruta que no sirven para nada y estorban bastante.
Todos
somos familia política, todos tarde o temprano somos cuñados/as o suegros/as, mantener la
humanidad, la concordia y la diplomacia
es esencial, evitar las comparaciones, las envidias y los rencores es vital.
Emplear el dialogo es la herramienta mas útil, siempre y cuando la madurez de los integrantes
de la familia sea bien proporcionada.
Por lo
general los progenitores inician su proyecto de familia pensando en una equilibrada igualdad entre sus
miembros, son estadistas del cariño y gestores diplomáticos del amor, pero en muchos
casos son inconscientes. Se germinan familias con el único propósito de respetar
la tradición impuesta en la sociedad, y se terminan creando auténticos monstruos de
Frankestein en el que cada miembro nada
tiene que ver con su igual, esa desigualdad funda una anarquía en el núcleo y los satélites
artificiales que forman los miembros
políticos desestructuran aun mas esa hipotética
unidad.
Igualdad
y equidad, deberían ser los ingredientes para equilibrar las relaciones entre
los miembros de una familia, permitir y consentir la intoxicación es solo, la
forma mas rápida de lograr la desintegración del núcleo familiar. Una vez intoxicados los
miembros buscan sanar sus relaciones mas
próximas, soltando el lastre que forman las relaciones periféricas, en una urgente y
precipitada forma de cortar por lo sano,
de la que normalmente, solo salen beneficiados las partes amputadas, quedando el núcleo toxico
enquistado en el corazón de la familia.
La
política desaparece, el dialogo se omite y la diplomacia es vista como una herramienta con la que cubrir la
apariencias y calmar las malas conciencias.
Permitir que los miembros de una familia desequilibren las relaciones dicen mucho de la
poca habilidad de sus progenitores a la
hora de encauzar los modos y las formas de un modo práctico y correcto.
En una
familia donde el protocolo costumbrista pesa mas que los sentimientos, esta destinada a naufragar en
las oscuras aguas de la toxicidad. En
estos casos no hay moraleja positiva, ni existe una lección que aprender, ya que si los miembros
intoxicados no toman conciencia todo esfuerzo
es inútil, solo cabe esperar a que los paradigmas que rodean los estratos
mentales de esos miembros, sufra un
revés y se transforme debidamente, rompiendo los esquemas, los programas y las etiquetas que fueron
impuestas por los intoxicadores.
No hay tregua y no hay coalición que salve algo que esta muerto, solo queda resucitarlo milagrosamente tras un tiempo de reposo y concienciación o esperar que ese cadáver reviva como un zombi, lento, sin inteligencia, sin sentimientos y sin amor, que es como la mayoría de las familias programadas por una sociedad anclada en la tradición y la apariencia dicta.
Fuente: La cosecha de almas - Rubén Torres.
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