miércoles, 13 de mayo de 2020

La rendición y el dejar ir


Lo que “Es”, es la única cosa que hay en cada momento, estamos habituados a resistirnos a lo que “Es” y lo que “Hay”. Siempre buscamos una manera de poder cambiarlo e intentar forzar las cosas para que fuesen como nos gustarían que fuesen, normalmente lo hacemos por hábito corporal pero también porque resistirnos fuerza el sentido de nuestra propia identidad, nuestro ego, sin embargo, si consideramos las cosas tal como son realmente no podemos hacer otra cosa que rendirnos y al decirle “No” a lo que es, buscando que sea lo que no “Es” es chocar contra un muro.

Cuando nos resistimos a cualquier cosa que está sucediendo permanecemos totalmente inconscientes de que a lo que nos estamos resistiendo es en esencia a la vida misma. Decirle “No” a la vida es decirle no al presente, al resistir y al decir “No” estamos huyendo del presente. Decir “Si” es rendirse, es conectar con el presente, podemos corroborarlo porque lo sentimos en el cuerpo, de hecho cuando nos rendimos inmediatamente percibimos que nos sentimos más presentes, estamos aún más vivos, más ligeros. Cuando aceptamos todo lo que nos llega tal cual y como es y permitimos que sea, no ponemos resistencia a la vida, ya no hay necesidad ni dependencia de ninguna memoria, no tenemos necesidad del pasado y el pasado ya no tiene poder sobre nosotros, estamos en un estado de gracia, estamos más vivos.

En lugar de aferrarnos a las formas y permanecer contenidos dentro de su mundo, accedemos al poder, a eso que les da el ánimo a la vida misma, por eso sentimos en nosotros la plenitud de la presencia.

Sin rendición no podemos acceder al presente porque la resistencia nos vuelve rígidos y por tanto, nos separa de la energía de la vida y genera sufrimiento. Decir “Sí” es una práctica interior, esa práctica que puedes introducir en tu día a día, en tu pareja o cualquier tarea que realices.

Desde un estado de rendición la vida obtiene una calidad diferente. Cuando aceptamos incondicionalmente todo lo que la vida nos trae nos volvemos sabios y fluimos como el agua que desciende de la montaña cuya naturaleza es encontrar siempre el mejor camino.

Desde un estado de rendición, desde la presencia que esta rendición nos regala nos llega la certeza interior de que eso que estamos haciendo va bien, nos volvemos más atentos, escuchando los movimientos de la vida, nos movemos en consecuencia con ellos. 

Comienza entre nosotros y la vida una colaboración, la vida se vuelva plena y nuestros pasos se afianzan y luego vemos que los acontecimientos externos cambian por sí mismos sin que sea necesario hacer esfuerzos.

Para poder rendirnos es importante primero Deja ir:
El dejar ir implica ser consciente de un sentimiento, dejarlo crecer, estar con él, y dejar que siga su curso sin querer que sea diferente o hacer nada en relación a el. Significa simplemente dejar que el sentimiento esté ahí y centrarse en dejar escapar la energía tras él.

El primer paso es permitirte a ti mismo tener la sensación sin resistirla, airearla, temerla, condenarla, o moralizar sobre ella. Significa abandonar el juicio y ver que es solo una sensación.

La técnica consiste en estar con una sensación y entregar todos los esfuerzos por modificarla de alguna manera. Dejamos de querer resistir la sensación. Es la resistencia la que mantiene activa la sensación. Cuando renuncias a resistir o tratar de modificar la sensación, cambiará a un nuevo sentimiento que será acompañado de una sensación más ligera. Una sensación que no es resistida desaparecerá a medida que la energía tras ella se disipe.

Cuando dejes ir, ignora todo pensamiento. Céntrate en la propia sensación, no en los pensamientos. Los pensamientos son interminables, se auto- refuerzan, y sólo engendran más pensamientos. Los pensamientos no son más que racionalizaciones de la mente para tratar de explicar la presencia de la sensación. La verdadera razón de la sensación es la presión acumulada tras los sentimientos que la está forzando a salir en ese momento. Los pensamientos o acontecimientos externos son sólo una excusa compuesta por la mente.

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