viernes, 22 de mayo de 2020

Independencia Financiera: 1 – El oro

La Reserva Federal es propiedad de un grupo de personas que, durante miles de años, han creado  la guerra para obtener poder por medio de dogmas religiosos. Son los mismos que ya no usan el oro para patrocinar la moneda dólar, porque el país no posee oro suficiente para respaldar el papel. Y son estos individuos soberanos los que controlan nuestros gobiernos en todo el mundo.


Ellos deciden cuánto vale nuestro papel. No somos nosotros los que producimos la inflación o la deflación; nosotros no hacemos que las acciones suban o bajen. Eso lo hacen los que controlan el mundo por medio del dinero. De modo que yo prefiero el oro por encima de todos nuestros dólares, porque, en un abrir y cerrar de ojos, nuestro papel puede ser inservible. Y el oro, que es un metal tierno, brillante y maravilloso, cuya belleza y rareza han adornado a reyes, nobles, a los ricos y, a veces aun a los pobres, siempre ha conservado su valor.


El oro es un metal sensible; se regala por amor y afecto porque es suave. El metal suave absorbe las frecuencias emocionales que están por fuera del cuerpo físico, nuestro oro ha conservado su  valor emocional por siempre.


Entonces, ¿el oro ha conservado su valor por tanto tiempo sólo porque es brillante, amarillo y bello?  No. El oro es un metal imparcial; no establece el odio, ni el anhelo de poder, ni el amor, ni la pasión,  ni la traición. El simplemente almacena la emoción. En otras palabras, el oro es el alma de todos los  otros metales.


Más bien que dar credibilidad a esta engañosa ilusión de nuestro papel moneda, me referiré a  nuestra búsqueda de la independencia financiera desde el punto de vista del oro. Porque cuando  tienes oro en tus manos, te vuelve inmortal con esa energía.


A propósito, el oro más grandioso que puedes obtener ha sido derretido y bloqueado, y nadie lo  posee. Es así como se le puede transmitir poder y reacción emocional al metal.


Has estado en una ignorancia flagrante en cuanto al origen de nuestro dinero.


¿Se te ha ocurrido alguna vez que el dólar podría perder su valor, sin importar cuánto tengas  en la caja fuerte? ¿Se te viene a la mente que hay gente en altas posiciones que controla el poder del mundo?


Somos falibles porque hemos estado en necesidad e ignorancia. Puedes acumular enormes cantidades de papel en un banco, pero si el papel carece de valor, ¿qué vas a comer? ¿El papel?


Le has cerrado las puertas a tu entendimiento respecto de otras posibilidades. Si dinero es todo lo que quieres, entonces vas a morir infeliz; te lo aseguro. Porque el dinero no valdrá nada cuando el espíritu llame al alma para que salga del cuerpo y pases de este tiempo y espacio, de este mundo controlado por ecuaciones matemáticas. ¡El oro no servirá de nada!

 

Pero ahí es donde ha estado nuestro corazón; somos muy santos hasta cuando el dinero entra en  juego. Los picaros que nos han gobernado como una nación y que nos han esclavizado por medio de creencias han dicho que nacemos en pecado desde la cuna. Bueno, no es así. Solamente necesitas.

 

Nacemos divinos. Nosotros y el Padre somos uno. Y la vida que llevamos, que respiramos, que impregnamos con nuestra existencia, es su amor llamado gracia. El reino de los cielos está dentro de nosotros. No está en nuestros castillos, ni en nuestro dinero, ni en nuestra ignorancia. Está dentro de nosotros.

 

Cuando busques aceptar el reino interior impecablemente y por encima de todo lo demás, y cuando  vivas esa verdad en medio del fuego, entonces todo lo demás estará a la vista.

 

Nunca has conocido al Dios interior, y nunca has vivido pues realmente, no puedes vivir realmente si no conoces al Dios interior. Para sobrevivir simplemente has estado  revolcándote dentro de tu ignorancia. Has estado tratando de sacar la cabeza por encima del temor, las amenazas y la intimidación. Has estado bregando a salir de tus aprietos a  como dé lugar, pero de ese modo nunca podrás salir de ellos, porque verdaderamente nunca has vivido. Cuando estés  sin Dios, nuestros únicos medios de supervivencia son el arañazo, la mordida, la camorra, el picotazo, el desprecio, la envidia y la destrucción maliciosa de todo lo que refleja nuestra carencia.

 

¡Despierta! Los que manejan el mundo, lo manejan por medio del dinero, porque éste es poder. Un hombre acaudalado es poderoso, y desea riqueza porque le proporciona poder. Poder es lo que él  busca y la religión ha sido el peón en el tablero. Y las iglesias son parte de las entidades más ricas  del mundo. Todas las guerras se han peleado por una creencia religiosa. ¿Cuál Dios va a ganar?

 

Pero es el poder que camina detrás de la creencia religiosa lo que ha consumado el montaje con el fin de deteriorar el sistema y así ganar control.

 

La ignorancia ha mantenido oprimido al hombre en un abyecto estado de dependencia y necesidad.  Y en algún lugar allá adentro has marcado una división entre Dios que es espiritual y el oro que es dinero. Pensas que de hecho hay alguna línea divisoria entre el oro y Dios. Y si estás dentro de los que piensan así, eres, no solamente hipócrita, sino que te estás autodestruyendo, porque los poderosos están acumulando el oro en nombre de Dios.

 

¿Y qué tiene eso de malo? Nosotros lo habremos convertido en malo por medio del pensamiento  limitado y la actitud que hay detrás de ese pensamiento. Ya habrás oído: "Nosotros somos Dios" y "El Padre está adentro". Pero hasta ahora no nos ha servido para nada, porque todavía tienes la mano extendida para pedir, desear, necesitar. Eres infeliz porque no  tienes suficiente.

 

¿Cuándo tienes suficiente para estar llenos adentro? Nunca.

 

Tarde o temprano abrazarás la necesidad más grande: conocer a Dios. La necesidad más grande  es abrazar a Dios, vivirlo hasta que veas que la necesidad es una limitación y que la libertad para  existir en armonía con toda la vida procede de adentro.

 

Cuando somos dueño de lo que está dentro de nosotros, lo que está afuera ya no importa.


No venimos a aquí a abstenernos de la vida. Somos la carne y sangre del Creador, cualquiera que sea el nombre que le demos a Dios. Somos los brazos y piernas, oídos y ojos del Padre/Madre.


Por medio de nosotros, el Creador puede caminar entre las estrellas fugaces y el lirio del valle.


Por medio de nosotros, el Creador puede escuchar la voz de la eternidad en el viento.

Por medio de nosotros, el Creador puede sentir la espuma de una cascada e inhalar el aroma  picante de la hermosa tierra que está debajo de nuestros pies danzantes.


Por medio de nosotros, el Creador conoce la dicha sublime del verdadero amor y el placentero

abrazo del éxtasis.

 

Pero esto no se dá si no danzamos.

No, si no caminamos sobre la tierra y ponemos nuestra mejilla sobre la piel de la Madre.

No, si no nos sentamos al lado de la cascada y bebemos la espuma.

No, si nos retenemos, y evitamos el peligro y esquivamos el riesgo.

No, si nunca nos sumergimos en los brazos de un amante y nos elevamos con un abrazo  placentero.

No, si pensamos que algunas cosas son sagradas y otras no.

No nacimos para abstenernos de la vida.

Nacimos para vivir la vida. 


Fuente: Ramtha.


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