La búsqueda de la iluminación o Consciencia Espiritual
es la nueva búsqueda de tu infancia. Este es el secreto del camino místico:
hacerte de nuevo un niño inocente, sin contaminar por los conocimientos, sin
saber nada, todavía consciente de todo lo que te rodea, con un profundo asombro
y sentido del misterio que no puede ser desmitificado.
El niño que tienes que recuperar nuevamente, está más
allá de todo condicionamiento familiar, social y religioso. Se encuentra en lo
profundo de tu inconsciente abarrotado. Este niño aletargado en tu interior
destruye tu sentido del humor: no puedes reírte totalmente, con todo tu
corazón, no puedes jugar, no puedes disfrutar de las cosas pequeñas de la vida.
Te vuelves tan serio que tu vida, en vez de expandirse, comienza a encogerse.
La inocencia es valentía y claridad a la vez. No necesitas
tener valentía si eres inocente. Tampoco necesitas claridad porque no hay nada
más claro, más transparente, que la inocencia. Por lo tanto, la cuestión
consiste en cómo proteger la propia inocencia. La inocencia no es algo que se
pueda conseguir. No es algo que tenga que aprenderse. No es algo como un
talento: la pintura, la música, la poesía, la escultura. No es como ese tipo de
cosas. Es más parecido a respirar, algo con lo que naces.
La inocencia está en la naturaleza de todo el mundo.
Todo el mundo nace inocente. ¿Cómo puede uno nacer sin ser inocente? Nacer
significa que uno ha entrado en el mundo como una tabula rasa, sin nada escrito.
Sólo tienes futuro, no tienes pasado. Este es el significado de la inocencia.
Por eso trata primero de entender todos los significados de la inocencia.
Si miras las caras de los niños cuando llegan, nuevos
de la fuente misma de la vida, percibirás una cierta presencia que no puede ser
nombrada; innombrable, indefinible. El niño está vivo. No puedes definir su vitalidad,
pero está allí, puedes sentirla. Es fresca. Puedes oler la frescura alrededor
del niño. Esa fragancia, poco a poco, desaparece.
Había llegado con una inmensa fragancia,
inconmensurable, indefinible, innombrable. No podrás encontrar algo más profundo
que mirar a los ojos a un niño. Los ojos de un niño son un abismo, no tienen
final. Desafortunadamente, de la manera en que la sociedad le va a destruir,
pronto sus ojos serán sólo superficiales, debido a las capas y capas de
condicionamiento, esa profundidad, esa inmensa profundidad habrá desaparecido
mucho antes. Y esa era su cara original.
El niño no tiene pensamientos. ¿Sobre qué va a pensar?
Para pensar hay que tener un pasado, para pensar hay que tener problemas. Él no
tiene pasado, sólo tiene futuro. Todavía no tiene problemas, carece de
problemas. No tiene posibilidad de pensar. ¿En qué puede pensar? El niño es
consciente pero sin pensamientos. Esa es la cara original del niño.
Una vez ésa también fue tu cara, y a pesar de que la
has olvidado, todavía está ahí en tu interior, esperando ser redescubierta
algún día. Estoy diciendo redescubierta porque la has descubierto muchas veces
en tus vidas pasadas, y una y otra vez la has vuelto a olvidar.
Quizá incluso en esta vida ha habido momentos en los
que has estado muy cerca de conocerla, de sentirla, de serla. Pero el mundo
está demasiado presente en nosotros. Su atracción es muy grande, y nos atrae en
mil y una direcciones. Te está atrayendo en tantas direcciones que te hace
pedazos.
Meditación.
La meditación es el estado natural que hemos perdido.
Es un Paraíso perdido, pero se puede recuperar. Mira en los ojos inocentes de
un niño, mira y verás un silencio tremendo, una inocencia. Todos los niños
nacen en un estado meditativo, pero son iniciados en las costumbres de la
sociedad, hay que enseñarles a pensar, a calcular, a razonar, a discutir, hay
que enseñarles palabras, el idioma, los conceptos. Y poco a poco pierdes
contacto con su propia inocencia. Se han contaminado, han sido polucionados por
la sociedad. Se vuelven mecanismos eficientes, ya no son hombres.
Lo único que se necesita es recuperar de nuevo ese
espacio. Lo has conocido antes, por eso, cuando por primera vez conozcas la
meditación, te sorprenderás, porque tendrás la sensación de que ya la conocías.
Y ese sentimiento es verdadero: la has conocido antes. La has olvidado. El
diamante se ha perdido entre montañas de basura. Pero puedes destaparlo,
encontrarás de nuevo el diamante, te pertenece.
No se puede perder: sólo se puede olvidar. Nacemos
meditadores, después aprendemos los caminos de la mente. Pero nuestra verdadera
naturaleza permanece escondida en algún lugar como una corriente subterránea.
Cualquier día excavas un poco y encuentras la fuente todavía manando, el
manantial de aguas frescas. Y la alegría más grande de la vida es encontrarla.
A continuación vamos a liberar viejos patrones gracias
a la ayuda de nuestro Yo Interior, que reside dentro de cada uno y nos dará la
fuerza necesaria para erradicar de nuestra vidas esos patrones negativos que
nos han entorpecidos, permite esa limpieza y, a medida que la energía se
limpie, abre tu corazón y permite que el amor fluya desde tu corazón al de tu
niño interior.
Si encuentras resistencia o dolor en tu corazón,
permite que la energía del amor la disuelva, pidan la ayuda a los siete rayos o
llamas sagradas, así como la asistencia de sus guías, protectores y ángel de la
guarda, permite que ellos purifiquen y limpien su aura con amor.
Busca un lugar tranquilo donde no seas molestado,
ponte cómodo y cierra los ojos, ve hacia tu interior, y mira a tu propio niño
herido, que probablemente se encuentre escondido en lo más profundo de su
subconsciente.
“Solicito a mi Yo
Interior y a mis guías espirituales que me asistan aquí y ahora y en todo este
proceso de curación”.
A continuación realiza esta oración:
“Te amo, te amo,
te amo niño interior, te regalo desde la amada presencia de mi Ser las dádivas,
dones y virtudes de las siete energías y rayos de nuestra creación. Te lo
regalo desde el amor mas profundo”.
1. La llama
del rayo Azul (Zafiro): tráeme fuerza, protección y voluntad
divina, con esta llama te sientes a salvo y seguro. Imagina alrededor de ti una
Aro de color azul fuerte y claro que desciende de lo alto y sube y baja desde tu
chacra corona hasta tus pies, derramando sobre ti protección, fuerza y voluntad
divinas. Conforme sube y, por todo tu cuerpo vas integrando estas energías de
luz, siente como ingresan a través de tu piel y de tus poros como va ingresando
esta maravillosa energía divina en tu cuerpo físico.
2. La
llama del rayo Amarillo (Dorado):
siente que derrama sobre ti una cascada con sabiduría divina,
contemplación y amor divinos, y expande tu conciencia, siente como ingresa esta
energía en ti y como todo tu cuerpo se torna dorado, como tus órganos internos
y tus huesos, hasta que toda tu ser es dorado.
3. La llama del rayo Rosa (Perla): siente
como se expande desde tu corazón como una semilla que crece, crece y crece y
cubre todo tu pecho, por delante y por detrás tu espalda, tus piernas, tu
cabeza y llega a envolver todo tu cuerpo en una hermosa esfera color rosa
brillante, convirtiéndote en puro amor divino, caridad, entrega y misericordia,
expandiendo en ti el Amor Incondicional que todo lo puede, siente tu expansión,
reconócete como ese amor puro, que es de donde procedemos y lo que somos en
esencia.
4. La
llama del rayo Blanco (Cristal):
imagina que desciende sobre ti en forma de una esfera de luz
blanca cristal y que te cubre por completo y empieza a girar en torno a ti,
para regalarte un nuevo comienzo y dejar atrás todo aquello que te separa de tu
Esencia “Yo soy”, esta llama te trae el equilibrio divino y la pureza, para
andar en este mundo desde tu equilibrio interno desde tu divinidad, desde la
armonía de tu ser, te anima y guía por el sendero de la liberación y la
ascensión, sigue girando mas y mas intensamente por unos 3 minutos y luego
empieza a ascender lentamente llevándose consigo todo aquello que no te
corresponde ya.
5. La llama
del rayo Verde (Esmeralda): llega hacia ti como una
brisa suave y amorosa, siente ese aire como se acerca y va moviendo tus ropas y
removiendo de ti todo aquello que está estancado en tu cuerpo físico, sanándote
de cualquier energía discordante trayéndote el amor curativo y la verdad a tu
vida.
6. La
llama del rayo Naranja (Oro-Rubí):
desciende en un tubo de luz desde lo alto y envuelve tu cuerpo
físico, emocional y mental, hasta el centro de la tierra. Sentimos que nos
envuelve la paz y la providencia divina, sientes que eres un maravilloso ser
divino y que todas tus necesidades espirituales y materiales están ya
satisfechos en tu vida y que la abundancia y la opulencia están ya dentro de
ti.
7. La
llama del rayo Violeta (Púrpura): ves como desciende en una
espiral de luz violeta desde lo alto y va envolviendo todo tu cuerpo y al
llegar a tus pies inicia su ascensión nuevamente y va transmutando, liberando y
cortando todo aquello que no es igual a la luz de tu yo soy dentro de ti. Esta
llama te trae la magia de la liberación y del perdón rompiendo las cadenas de
tus ataduras emocionales y mentales, te ayuda a realizar la magia de la
transformación y transmutación en ti.
Pide siempre que sea en la medida buena, justa y
necesaria para tu alma y para todos los implicados y finalmente da las gracias
por la energía recibida, sanada, liberada.
Termina haciendo unas afirmaciones con amor:
“Amado niño mío
confía en la vida, te amo, dios-padre-madre, te aman, te cuidan y te protegen,
te rodean de amor divino, seres de luz te guían y te protegen en todo momento,
recuerda que eres luz y amor, te pido que juntos escojamos la felicidad tomados
de la mano. Bendigo todas mis relaciones pasadas, presentes y futuras, a toda
la humanidad, al planeta tierra y a todo el Universo. Me siento a salvo,
seguro, feliz y lleno de amor por siempre. Gracias”.
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